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martes, 27 de noviembre de 2012

La Locura Moral


La Locura Moral

A finales del siglo 18, un famoso investigador frances que trabajaba en París, en la Salpetriere, aplicando la técnica hipnótica hacía aparecer y desaparecer los síntomas de la llamada histeria, con lo cual demostraba que no era una enfermedad de base orgánica. Denunció a la histeria como una locura moral, diciendo que estas enfermas eran verdaderas actrices y que su mayor placer, consistía en engañar a las personas con quienes entraban en contacto. Las histéricas, aparentemente, exageraban hasta sus movimientos convulsivos, disfrazaban y magnificaban los movimientos de su alma, sus ideas y sus actos. 

--> Los tratamientos de la época, estaban basados, en una representación imaginaria, de un órgano femenino cuya tensión estaba insatisfecha; en el caso preciso de la histeria, era de utilidad al parecer, para explicar diversas perturbaciones. Es decir, en esta literatura, el genero femenino es imaginado, semejante al del masculino, expresando el mismo deseo, aunque en un tono más fuerte, buscando las mismas satisfacciones y sin embargo, bajo la sospecha de alguna profunda extrañeza por hacer uso de tan malos modales.

Esto me recuerda, que desde hace unos 4000 años, la histeria da lugar a una representación, que ha atravesado inmutable los siglos y continúa imponiéndose a especialistas y profanos.La llamada gran crisis histérica, en las descripciones, reproduce con todo el cuerpo, los progresos de una tensión creciente y acelerada hasta la detumescencia.
De estas primeras noticias, su concepción llama la atención, porque los síntomas histéricos transcurrían como algo natural, como hechos biológicos o físicos y químicos y no alcanzaban ni siquiera a concebirlos por ejemplo, como expresiones metafóricas de un deseo, un vacío o una imposibilidad.Se podría pensar, después del psicoanálisis, claro está,que un acceso histérico, puede interpretarse como armado como un sueño y que presenta imagenes cargadas, como en el cine mudo, de un sentido en suspensión que el espectador debe hacer precipitar.

Para el maestro frances, no existía la "locura moral", ni nada que no estuviera ligado a la anatomía y a la fisiología del sistema nervioso. Había un repertorio de estigmas y se reconocían las lesiones orgánicas responsables. A pesar de todo, en sus presentaciones de casos, la técnica hipnótica- que llamó la atención del joven Freud- presentaba un interrogante, ya que era posible, desencadenar los trastornos histéricos, curarlos temporalmente, mediante dicha técnica. En aquellos momentos, estaban reconocidas como tales, algunas zonas llamadas histerógenas, cuya estimulación podría provocar o detener las crisis.

Charcot, abordaba la histeria con una metodología, digamos, ingenua, con procedimientos de las ciencias llamadas naturales, que afirmaban que no existía manifestación en el orden de lo natural, que no pueda ser analizada, clasificada y relacionada con causas antecedentes objetivables. A pesar de estas ideas, intentó diseñar un "Compresor ovárico", como si los males del alma de la histérica, proviniesen de las tripas; a pesar de lo cual, casi podríamos decir, que no fue del todo insencible al llamado de la histeria, ya que al final de su vida, llegó a admitir la insuficiencia del examen puramente neurológico.

Su compresor debía ejercer una acción de contención, de la que no se vislumbraba claramente, cómo venía a insertarse en su trabajo, sino traduciéndolo en esa manera imaginativa, a oscuras y a tientas, de investigar las manifestaciones de la histeria, sin saber de qué trataban.

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